sábado, 15 de enero de 2011

Recuerden, les amo



Recuerden, les amo

El domingo fue un día de sacudón espiritual. Dios, a su única manera nos enfrentó a nuestra realidad. El mensaje que nos trajo a través de una sierva muy especial, fue tomado de la porción bíblica que se encuentra en Josué capítulo catorce versos seis al doce. En este pasaje vamos a recrear el momento en el cual Caleb, después de cuarenta y cinco años de espera, por fin entra y toma posesión de sus tierras.

Desde que Dios le hace promesa a Abraham de entregarle una tierra nueva, donde fluiría leche y miel y su heredad sería fructífera y fuerte, pasaron seiscientos cincuenta años. Años perdidos y malgastados por errores y desobediencias de los patriarcas. Por mencionar algunos como modo de ejemplos no dignos de seguir están los siguientes:

 1. Abraham quiso ayudar a Dios y se acostó con Agar, la esclava y esta le pare a Ismael, dando partida a la eterna guerra entre los pueblos hermanos.

 2. Al entrar en Egipto, Abraham miente con respecto a su hermosa esposa Sara, alegando ante el faraón que esta era su hermana, casi lo matan por esta mentira. Error cometido más tarde por su hijo Isaac, enseñándonos así que los padres no sólo enseñamos a través del ejemplo, sino que pactamos a nuestros hijos con nuestros actos. (Maldición generacional)

 3. Hablando nuevamente de Isaac, este no fue fuerte en sus decisiones. No tenía consistencia patriarcal y se dejó engañar por un suegro lleno de trucos y malsana cobardía. Tuvo que luchar y trabajar catorce años para casarse con la mujer que había escogido. Más tiempo perdido para lograr el cumplimiento del pacto.
 Fue un padre totalmente imparcial, mostrando preferencia por uno de sus gemelos, error que se repetirá en la vida de su predilecto Jacob, cuando este mostró predilección por su hijo José, castigando al mismo con el desprecio de sus hermanos quienes lo vendieron como esclavo. (Otra vez la maldición generacional al ojo visor)

 4. Veamos a Jacob. Dios había hecho promesa sobre él desde el vientre de su madre, pero vemos nuevamente la mano de una mujer esta vez, queriendo ayudar a Dios y a un hijo celoso de su hermano que usa trucos para robar una primogenitura. Esto le llevó a Jacob a huir de las manos de su hermano Esaú, quien quiso matarlo cuando se percató del engaño.

 También tuvo Jacob que luchar contra el mismo ángel de Jehová y quedar marcado físicamente por siempre en esta batalla.

 5. Vemos entonces como el tiempo se sigue atrasando a través de la vida de Jacob y sus doce hijos, con los hechos antes mencionados. José fue vendido como esclavo por sus hermanos, terminando como gobernador de Egipto por ser fiel a sus creencias, perdona a sus hermanos y los trae con él a palacio. Pero ya han pasado largos años.

 6. Llegamos a Moisés y la gran diáspora israelí. Fueron cuarenta años divagando en el desierto pues estos continuaban con sus deseos de ser como los egipcios. No renunciaban a un pasado que los mantenía como esclavos, se rehusaban a ser liberados. Dios no iba a permitir que entraran a la tierra prometida con las malas mañas que dañarían sus propósitos para con su pueblo. Así que los mantuvo dando vueltas en el mismo lugar, habiéndose cargo de sus necesidades y tolerando caprichos y malas decisiones. Tuvo en verdad mucha paciencia y mostró tolerancia además de misericordia.

Moisés no pudo entrar en la tierra prometida pues también arrastraba sus vestigios de Egipto, a pesar de haber sido un líder poderoso en las manos de Dios, también presentó debilidad de carácter. Por eso escogió a Josué y a Caleb para llevar al pueblo hasta la tierra de Jericó.

No puedo dejar pasar por alto los diez otros espías que vieron sólo los "gigantes" olvidando la promesa del Dios que los había llevado a cruzar el Mar Rojo, los había alimentado con Maná y codornices en el desierto, por las noches los calentaba con una columna de fuego y durante el día los cubría del sol con la nube de su mano. Estos espías, se fijaron en los gigantes olvidando la gigantez del Dios del pacto. (Otro viso de maldición generacional: sus padres también dudaron de Dios frente al Mar Rojo y durante los cuarenta años.)

Pero vamos, ya no más ejemplos no dignos a seguir, pero de los cuales aprendemos pues la Palabra de Dios es como espada de dos filos y sirve para enseñar, redargüir y enmendar.

Vamos pues, ¿cuáles fueron los errores que cometieron los patriarcas que les costó el retraso del cumplimiento del pacto?

 1. Desde Abraham hasta Josué vemos el punto focal de la fe, como una debilidad de los mismos. Es cierto que fueron hombres de gran fe; tanto así que al mismo Abraham le llama "su amigo" y "padre de la fe"; pero en momentos cruciales su fe desfalleció y dudaron.

 2. Debido a la falta de fe, su liderazgo se vio afectado. Muchos de ellos fueron débiles mientras otros abusaron de su poder. Hubo inconsistencia en todo momento y esto hizo daño al momento de tomar decisiones.

 3. Cometieron injusticias que llevaron al pueblo a una situación difícil. Fueron imparciales y esto debilita un gobierno por ende, destruye al pueblo.

 4. Seguían viviendo como esclavos, no vivían a raíz de su redención. Continuaban con las costumbres del pueblo que los había esclavizado y en muchos casos, añoraban volver a Egipto. La infidelidad los atrapó.

 5. No presentaron una buena actitud ante las situaciones difíciles. En los momentos donde se suponía que debieron unirse a luchar, decidieron entre otras cosas, murmurar en contra de sus líderes. Por otra parte, como ya mencioné, se fijaron en los problemas olvidando quien estaba de su lado.

 6. Mostraron impaciencia. Los tiempos de Dios, no son los nuestros. Su tiempo es el perfecto. En el desierto su impaciente conducta, los llevó muchas veces a pecar retrasando la promesa. Y si vamos más atrás, Sara le entregó la esclava a Abraham para lograr un hijo que Dios le había prometido precisamente a ella. (Este rasgo de conducta lo vemos una y otra vez.)

 7. De mano de la impaciencia viene la imperseverancia. Se debilitaban por la falta de fe y la impaciencia y se dieron por vencidos.

Estos siete puntos mencionados, son los que a grandes rasgos los mantuvieron dando vueltas. Cierto es que dentro de cada uno hay muchos más que podemos encontrar, pero esto lo iré trabajando paso a paso.

¿Qué nos muestra esto? ¿Cómo nos afecta? ¿Es pertinente para nosotros?

La realidad pretérita no dicta mucho de la presente. Dios nos ha redimido a través de la sangre de su hijo Jesucristo. Nos ha prometido vivir en libertad. Cuando aceptamos la salvación, comenzamos a caminar sobre la justicia de Dios. Esto nos hace parte de su pueblo, de su linaje.

Entonces vienen a mi algunas preguntas que me truenan el pecho. ¿Estamos viviendo a raíz de esta redención? ¿Seguimos arrastrando vestigios de la esclavitud de la que fuimos liberados? ¿Estamos anhelando regresar a las manos de quien nos mantenía como esclavos? ¿Guardamos algún anatema debajo de la alfombra?

Me he percatado de algo en estos últimos años. La iglesia de hoy día, no dista mucho de estar en las mismas condiciones que estuvo el pueblo israelita. Estamos presentando las mismas características, y lo más triste de todo es que creo que lo sabemos pero estamos tan cómodos que sentados bajo la sombra de la misericordia, no hacemos nada al respecto, afectando de esta manera la imagen de Cristo sobre la tierra. Nos hemos dejado conquistar por los "gabaonitas", "anaceos", y los demás pueblos extranjeros. Hemos asimilado hasta sus costumbres paganas, en aras de vivir en paz y armonía con ellos. (Les sugiero lean la historia del pueblo de Israel.)

Creo que es el momento perfecto de retomar nuestras armas y reconquistar territorio nuestro. Es tiempo de vivir a raíz de la redención que se nos regaló y demostrar que somos hijos de Dios. Retomemos el camino correcto y veamos por obedecer sus mandatos.

¿Qué hemos olvidado en el camino?

1. El fruto del Espíritu.

El Señor no viene a recoger talentos, estos son solo herramientas en sus manos. El viene por los frutos del fruto. Es pues importante una comunión total y vital con Cristo a través de la oración, el escudriñar las escrituras y algo muy olvidado, el ayuno individual.

 2. Las estrategias de la iglesia primitiva.

Hemos olvidado el gozo de vivir unánimemente juntos. Ya no gustamos de vivir en comunión con los hermanos. El "tiempo" no nos permite congregarnos como está estipulado en la palabra. Y cuando lo hacemos, estamos pensando en lo que dejamos sin hacer por venir al templo. En el peor de los casos, nos fijamos en todo lo que nos rodea para criticarlo, en vez de estar apercibidos al mensaje.

El orgullo nos ha agarrado. Hemos perdido la sencillez de corazón. Estamos más pendientes a lo que llevamos puesto que a la necesidad del pueblo. Olvidamos que Dios mira el corazón.

Estamos tan ensimismados en nuestros propios planes que hemos relegado la vida de adoración y alabanza. Hemos levantado altares a otros dioses (trabajo, pareja, hijos, estudios, web, amistades...) y ya no alabamos como cuando le conocimos y aceptamos. La alabanza es una herramienta muy poderosa y además a través de ella nos acercamos más a nuestro Creador.

Es cierto que no es por obras, pero la iglesia primitiva crecía en fe a través del servicio. Trabajaban en busca del bien común de los hermanos. Hoy, también hemos olvidado las bendiciones que trae el servir.

Por último y no menos importante, se nos ha olvidado la importancia de cuidar de nuestro testimonio. Se nos ha hecho fácil creer que la denominación nos representará por encima de nuestros actos. Cada cual es responsable de salvaguardar su conducta puesto que esta es la que dictará frente a los demás en que agua verdaderamente nos estamos bañando. Por encima de una iglesia o denominación debe estar nuestro testimonio, este es nuestro retrato como hijos del pacto.

3. Las buenas conversaciones.

De la misma manera que la Biblia nos apercibe de las malas compañías, establece que nuestra boca sea para bendecir y no maldecir, para dar vida y no quitarla, para hablar del bien y no en contra de este. Que debemos huir de la murmuración y ser cautos al expresarnos. Pero también debemos rodearnos de gente que estimule a conversaciones con peso espiritual de las cuales nos alimentemos e intercambiemos vida en Cristo. No olvidemos que "de la abundancia del corazón habla la lengua. Nuestras charlas dictarán la pauta de nuestras decisiones, pasos y serán parte de nuestro testimonio. 
Visto lo que debemos recuperar para reconquistar nuestro pacto, vale la siguiente pregunta: ¿qué debemos evitar? Si hasta ahora puede ser que me hayas encontrado algo fuerte, primeramente quiero recordarte que te amo y que hay momentos en que Dios es fuerte con sus hijos. Entonces, lo que viene a continuación puede ser que te sea estruendoso, pero recuerda, te amo.

Debemos evitar la lucha por las posiciones. Esto no nos lleva a nada, sólo a perder tiempo que deberíamos estar usando para la búsqueda de Su rostro, predicar su regreso, dar testimonio y servir al prójimo. No es por ser diáconos, pastores, ancianos, maestros, evangelistas... Es ser cristianos. 

Huyamos del protagonismo, las luces de foco, los encumbramientos. "Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha." Toda obra realizada sea siempre para la gloria y honra de Nuestro Gran Divino Viejo. 

Erradiquemos el orgullo de nuestras venas. Recordemos que el pecado de Satanás fue ese mismo, la soberbia. Que nuestros vestidos sean hechos con velos de sencillez y honra. 

No busquemos impresionar a nadie. Sólo debemos agradar en todo momento a nuestro Maestro. ¿De qué nos vale estar bien con el mundo y entristecer a Dios? Nunca estaremos bien del todo con los que nos rodean, siempre fallaremos en algo para alguien. Entonces, no perdamos tiempo y energías en tratar de impresionarlos. Sea nuestra búsqueda el hacer Su voluntad para agradar Su corazón.

He sido cruda, fuerte. Es cierto. Pero antes de escribir este ensayo, tuve que digerir el mensaje del mismo. Antes de plasmarlo, me enfrenté al espejo mismo.

Nos hemos olvidado de las raíces. Nos enfrascamos en tantas cosas que nos detienen en el crecer espiritual, que hemos permitido que los "extranjeros" moren en nuestras tierras. Muchos hemos asimilado conductas erróneas y otros nos hemos acostumbrado a la esclavitud.

Dios es paciente y misericordioso, justo y perdonador, bueno y amoroso, pero también es fuego consumidor. No, esto no es un mensaje de miedo. Es un mensaje para que recapacitemos y abramos los ojos. ¿Dónde estamos parados actualmente? ¿Estamos siendo el reflejo de nuestros patriarcas?

Entonces de nuevo, vienen a mi algunas preguntas que me truenan el pecho. ¿Estamos viviendo a raíz de esta redención? ¿Seguimos arrastrando vestigios de la esclavitud de la que fuimos liberados? ¿Estamos anhelando regresar a las manos de quien nos mantenía como esclavos? ¿Guardamos algún anatema debajo de la alfombra?

Recuerden, les amo.

Lala García

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