domingo, 23 de enero de 2011

Enfrentando la ventana de la infidelidad

"Donde hay un matrimonio sin amor, habra amor sin matrimonio." Benjamin Franklyn
Con sus palabras persuasivas lo atrae, lo seduce con sus labios lisonjeros.
Proverbios 7:21

Y mientras la lluvia cae inclemente, golpeando con sus dedos el techo que me cubre el silencio, me sumerjo en la escritura de este ensayo. Trato de analizar el misterio de la infidelidad, mas me aprisiona la tristeza ver como la sociedad alimenta esta condena. Solo quería compartir con ustedes mis vientos…

Ventanas y puertas abiertas

En estos días he estado siendo atrapada por un sentimiento y/o pensamiento que no había logrado descifrar. Hoy, durante el servicio en la iglesia, Dios en su infinita misericordia y sapiencia, me mostró porque me ha mantenido con este sentir que me truena el pecho: ¿Por qué el ser humano le es infiel a su pareja? 

Mientras el siervo de Dios nos daba estrategias para que nuestra llama en la vida cristiana no se apagara, Dios me iba mostrando que era igual en la vida matrimonial. Me recordó que de la misma forma que el trata a su Novia, quiere que nosotros tratemos nuestra relación. La eterna analogía de la iglesia con el matrimonio, sigue vigente. 

Cuando nos alejamos del fuego de la presencia de Dios, la llama en la relación matrimonial merma, se debilita la pareja y por ende la familia. Tristemente esto, socava las columnas de la iglesia, la comunidad, el pueblo, la nación, la tierra. 

Veamos desde diferentes puntos de vista las “razones”, si es que hay algunas, para la infidelidad. 

El Diccionario de la Real Academia Española define el vocablo infidelidad de la siguiente forma: “Ayuntamiento carnal voluntario entre persona casada y otra que no sea su cónyuge.” 

La Biblia, de alguna manera está de acuerdo con esta vaga definición. Sin embargo, Jesús es mucho más completo cuando en Mateo 5:27 dice lo siguiente:
"Ustedes han oído que se dijo: 'No cometas adulterio.' Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón." Dándonos a ver que la infidelidad no solo es carnal, no es implícitamente un acto sexual, va mucho más allá. 

Una vez escuché a un predicador decir lo siguiente, con respecto a la infidelidad o adulterio: "Si estando casado, miras a una mujer la primera vez, estás usando el sentido de la vista. Si la miras una segunda vez, estás permitiendo ser tentado. Si la miras una tercera vez, haz abierto tu corazón al pecado. Más allá de esta tercera vez, es definitivamente pecado." 

La infidelidad es la disolución de los votos matrimoniales que comprometen a un hombre y a una mujer a vivir atesorándose exclusivamente el uno para el otro. En una encuesta realizada se encontró que el 23% de los hombres encuestados y el 11% de las mujeres admitió que había sido infiel por lo menos una vez en la vida. Estadísticas que debo poner en tela de juicio pues si son capaces de ser infiel, son capaces de mentir. 

Me parece algo “interesante” que en países tan libres o debo decir libertinos como en los que vivimos, donde se nos da la oportunidad de decidir en casarnos o no, la infidelidad sea tan marcada. Por otra parte, no puedo decir que me sea tan raro ya que la misma sociedad a través de los medios masivos, alimenta de una forma u otra este tipo de error.

Veamos el patrón a seguir de una infidelidad:

1.      La monotonía, el matrimonio cae en este estado donde la pareja no encuentra algún ingrediente esencial en la relación. “Siempre es lo mismo.”

2.      Llega “alguien” a la puerta de alguna de las partes, ofreciendo palabras “nuevas” de elogio, mostrando un interés que ofrece gratificación. (Podríamos nuevamente mencionar el verso que usé como base al comienzo, cuando justamente Salomón aconseja sobre el estar apercibidos en contra de la mujer lisonjera.)

3.      La presencia de este invasor comienza a ser agradable y lleva a “recordar esos primeros tiempos de enamoramiento”. Es cuando comienzan a entrar estos pensamientos que debemos evitar: “Si me comprende”, “Me escucha”, “Me hace reír y se ríe conmigo” y la peor de todas, “Me acepta tan cual soy y sin condiciones.”

4.      En ambas partes comienzan a aparecer signos de “amor”, los cuales traen consigo promesas absurdas: “Tan pronto pueda, me divorcio y nada ni nadie nos separara.”

5.      Entonces se establece una vida oculta y paralela con intercambio de favores emocionales y sexuales. Quiero que vean que no había mencionado la sexualidad hasta ahora, pues antes de que una pareja se vea involucrado en una relación de esta índole, se ha enredado emocionalmente con la persona equivocada. La infidelidad comienza por las emociones.

6.      Después de un periodo de tiempo, puede ser largo o no, todo depende de la astucia de la persona intrusa, se va perdiendo la novedad y comienzan a caer en la monotonía que los lleva a las disputas y rutinas. Y aquí la diatriba. “¿Qué hice? ¿Valió la pena? ¿Debo seguir con esta relación o debo regresar a mi hogar?” 

7.      Si esta aventura, no sé si decir amorosa puesto que el amor va mas allá del sexo y la infatuación, no ha sido descubierta por el conyugue, la persona infiel “regresa” discretamente al matrimonio, si es descubierta, pide perdón a su pareja y promete no volver a cometer este acto. Pasado el tiempo, puede o no, haber otra infidelidad. 

Poniendo a un lado los aspectos más reconocidos en una relación extramarital (el sexo, la “buena compañía”, la conversación “interesante y nueva”) existe una raíz subyacente en todo este vínculo, la necesidad imperiosa de todo ser humano por satisfacer el “yo” y la autoestima. Cuando estos mensajes de positivos de retroalimentación no existen en el matrimonio: “que bella te ves”, “me gustas mucho”, “eres importante”, “gracias por estar conmigo”… y entra una tercera persona en juego a propiciarlos, hay una gran probabilidad de caer. Por nada del mundo esto es una razón para traicionar una pareja, pero si es una puerta abierta a la tentación. 

Cuando Salomón hace referencia a la mujer ramera frente al joven esposo, es muy claro al describir lo que estaba sucediendo en ese momento. Exactamente lo que arriba se menciona. El joven estaba siendo impresionado con las palabras de elogio que esta le decía y a punto de dejarse subyugar por la misma.

Debemos entonces estar muy pendientes en todo momento en no caer en este error. Debemos satisfacer esta necesidad de nuestra pareja. Por otra, debemos mantenernos muy cerca de Dios, pues cuando nos alejamos del “fuego de su hoguera”, perdemos la perspectiva y nos descarrilamos. También es genuino mencionar que a pesar de necesitar que nos elogien, cuando conocemos nuestra identidad en Cristo, los elogios son una bendición mas y no una necesidad. 

¿Cómo entonces podemos evitar caer en la tentación? ¿Qué debemos hacer para mantener esa fidelidad en todo momento?

1.      Honestidad. Siendo honestos en todo momento, en todas las áreas. No dar cabida a mentiras, ni a las blancas, puesto que esto deteriora la confianza. 

2.      Mantener los problemas de pareja entre la pareja. A menos que sea estrictamente necesario y sea ayuda profesional y espiritual, no se debe vincular los asuntos de pareja con nadie. Hacer esto, abre puertas a la tentación, pues siempre habrá alguien que quiera aprovecharse de la vulnerabilidad del momento. La infidelidad en muchas ocasiones hace entrada cuando uno de los cónyuges abre su corazón a la persona equivocada y comienza a escuchar las palabras erróneas, que en muchas ocasiones, son las que quiere escuchar aunque no las que debe escuchar. 

3.      Reavivar continuamente el romanticismo. Alimentar a diario la relación, no olvidar los pequeños detalles del principio. Llevándolo a términos espirituales, “no olvidar el primer amor”. Dedicarse tiempo de calidad, besarse como cuando lo hacían antes, (Se sorprenderían del número enorme de parejas que han dejado la hermosa costumbre de besarse. A través del beso se crean lazos de intimidad muy fuertes ya que se está creando una esfera única y se intercambia esencia. Muchos no se besan ni en las relaciones sexuales.), paseos, flores, cenas… En fin, avivar la llama para que no se apague.

4.      Mantener una salud y vida sexual plena. No podemos decir que la sexualidad es la única ventana al adulterio, si podemos decir que es una de las más comunes. No quiero que se diga que el hombre es el único capaz de ser infiel, pues una mentira gigantesca, pero cuando hablamos de infidelidad por insatisfacción sexual, esta es una de las razones mas comunes entre ellos. Se debe apartar tiempo para explorar nuevas opciones entre la pareja y mantener una sexualidad renovada y vibrante. 

5.      Y como hable hace un rato, nutrir la autoestima de la pareja. Los mensajes de aprobación, los elogios, las frases de cariño, esas que se decían cuando estaban comenzado a enamorarse  NO SE DEBEN PERDER. Nunca se debe dar por sentado que la pareja sabe que es deseada, amada, apreciada, que está haciendo las cosas correctamente, es necesario que se diga. A los hombres les gusta que se le halague por su fuerza, inteligencia, trabajo, mientras que a las mujeres necesitamos ser elogiadas por nuestra belleza física y emocional, por la manera en que resolvemos los conflictos y como mantenemos el hogar y la relación a flote. La carencia de esta retroalimentación en ocasiones lanza a una de las partes en las garras del amante.

En una sociedad donde la tolerancia a la infidelidad y en ocasiones la promoción de la misma, es tan abierta, debemos entonces ser nosotros mismos, agarrados de la mano de Nuestro Gran Divino Viejo y haciendo uso de las enseñanzas de la Palabra, quienes defendamos nuestra postura en cuanto a la fidelidad. Tengamos en cuenta que cuando decidimos unirnos a la persona que hemos escogido, lo hicimos pensando en un voto de lealtad y fidelidad eterna. 

Por último y no lo menos importante, cuando Dios el centro del matrimonio, y este mantiene una vida de estudio, oración y adoración en conjunto, es bien difícil que se deteriore la relación, pues será el mismo Espíritu Santo quien los mantenga apercibidos de las asechanzas y maquinaciones del enemigo, quien a fin de cuentas, desde el principio de la historia, ha estado trabajando para destruir la primera institución que el Padre creó, el matrimonio. Es importante también que cada cual, de manera individual alimente su relación espiritual, pues en el momento que alguno este débil, pueda ser de apoyo al otro, sin olvidar que ese otro hilo fuerte es Cristo. 

“Si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican.”
Salmo 127:1

No hay comentarios:

Publicar un comentario